Rupak Chatterjee ha perdido la memoria. Tenía
30 años recién cumplidos, procedía de la casta más privilegiada de la India.
Para el hinduismo los seres
humanos fueron creados de las diferentes partes del cuerpo de una
divinidad llamada Brahmā. En este sentido, los ‘Brahmanes’ son la casta más elevada -salieron de la boca de Brahma-, donde se dan cita los sacerdotes,
profesores o académicos… Las otras tres castas son los ‘Chatrias’ (clase política y militar) –salieron supuestamente de los
hombros de Brahma-; los ‘Vaishias’
(artesanos, comerciantes y agroganaderos) –se formaron de las caderas de Brahma-;
y, por último, los ‘Shudrás’ (siervos
y obreros) –provienen de los pies de Brahma.
El padre de Rupak era un alto dirigente del Banco Nacional de
India en Calcuta (Kolkata), un ‘Brahman’ respetado y de enorme prestigio. Su
hijo, no podía ser de otra forma, tuvo una formación selecta en los mejores
colegios y obtuvo un MBA por una de las principales universidades de Calcuta.
Posteriormente trabajó para importantes multinacionales, como IBM. Un
privilegiado, en definitiva, en un país de abismales diferencias sociales y
económicas, de injusticias inexplicables pero, sobre todo,
incomprensibles; donde tu destino viene marcado y condicionado desde que ves la luz en este mundo.
Puedes resultar privilegiado, afortunado, gente de bien, o muy-muy
desafortunado.
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Pero no siempre es así, las excepciones también
existen en un colectivo humano tan inmenso (más de 1.000 millones de
habitantes). Rupak Chatterjee decidió tomar un destino diferente y salirse del
guión establecido. A su padre, tampoco al resto de su familia, no le gustó que
su hijo comenzara a recoger niños abandonados de los suburbios de Calcuta, los Slums (¿Te suena Slumdog Millionaire’?) para intentar cambiar sus destinos y darles
una vida más digna, ofreciéndoles todo cuanto podía, un poco de comida,
educación y mucho cariño. Su padre lo rechazó y por consiguiente lo desheredó, si bien tuvo un
último acto de compasión con su hijo antes de morir, otorgándole una casa de
dos plantas en la zona de DumDum, en Calcuta, que Rupak convirtió en hostal de
acogida para los voluntarios que continuamente llegaban de diferentes rincones
del mundo.
Rupak era experto en religión hindú aunque en
el apartado de las creencias religiosas de su página de Facebook se podía leer
lo siguiente: “Humanity; It’s simple to
be happy, very difficult to be simple”, creía en la humanidad por encima de
todo, le parecía muy sencillo ser feliz, y muy complicado ser sencillo.
Creó la fundación sin ánimo de lucro Crazy Wanderers Foundation, que se
financiaba exclusivamente a partir de los viajes turísticos que organizaba con
los voluntarios, y algunas aportaciones desinteresadas. Ofrecía posada en su
hostal a precios que no se podían calificar ni tan siquiera de irrisorios. No
percibía ni una sola rupia del Gobierno Indio. Nunca se lo puso nada fácil.
Salirse del guión es muy duro en India. También en otros sitios, pero la
comparativa no aguanta un asalto.
Rupak se había enamorado de una joven alemana
años atrás, con quien había contraído matrimonio, motivo por el que se explica
el origen indio-alemán de esta fundación . Su objetivo era
crear lazos de unión entre su amado país y el mundo occidental sobre la base de
tres principios que regían su vida: espiritualidad, cultura y valores. No tenía
expectativas materiales, no le movía ni le motivaba el dinero –doy fe de ello-.
Había recorrido Europa y parte del mundo, era un gran conocedor de la sociología occidental y se convertía en un interlocutor muy agradable -extraño por otra parte por poco habitual- a la hora de explicar la iidiosicrasia india con una mirada más próxima a la nuestra, incluso se permitía el recurso a la parodia y la sátira a la hora de explicar las complejidades de la cultura india. Entre sus objetivos inmediatos
cuando le conocimos a finales de julio de 2012 era volver a tomarse dos
años sabáticos recorriendo diferentes rincones del mundo buscando la
complicidad y hospitalidad con la que él había saludado y acogido a miles de
voluntarios durante los últimos cinco años.
Sin embargo, quien le quiso y le amó un día
empezó a sospechar de él; algo o alguien le hizo empezar a dudar de Rupak. Algo
o alguien le dijo que Rupak no era Rupak y que todo el torrente de sensaciones
y sentimientos recibidos, todo el alud de ilusiones y de proyectos que había
compartido con él, todo el ciclón de pasión que transmitía por esta vida se
limitaban a un supuesto interés material: obtener supuestamente un visado
alemán con el que, también supuestamente, caer en la trampa de los occidentales:
querer más, tener más, ser más…, cuando lo único que buscaba él era ser
sencillo, un reto en su opinión mucho más difícil que ser feliz.
(Esta fue la explicación que alguna persona –no identificada- de su Fundación me ofreció a través del chat de Rupak Chatterjee ante mis preguntas por la información que desde hace unos días se venía publicando en su perfil, y que nos hacía presagiar lo peor.)“His wife a german girl broke up with him; she was brainwashed by an organization and few people; that Rupak married her to get a german Visa; which was 100% false; they fought and his Visa got rejected; He got a shock and met with a Car crash; and landed in Heart Block issues and Nerbous breakdown; after being in Coma for 16 days; he lost his memory”
Rupak ha perdido la memoria, para siempre.
"It’s simple to be happy, very difficult to be simple"
NOTA:
sólo pasamos tres días con Rupak entre finales de julio e inicios de agosto en
su hostal de DumDum, en Calcuta, porque teníamos prisa por conocer más India.
No buscábamos lo que encontramos en su morada, él incluso se disculpó desde un
primer momento porque enseguida captó que buscábamos algo diferente; pero
enseguida nos rompió los esquemas: nos sentó, nos habló, nos ofreció lo poco
que tenía e incluso alternativas más cómodas en otras posadas, asumiendo él el
coste… y optamos por seguirle, por escucharle, por observarle, por compartir
con él su morada. Era tan incomprensible su afán de sencillez, de hospitalidad,
de gratitud, de jovialidad, de pasión, que sospechamos inicialmente, como
buenos occidentales que adoptan actitudes de recelo y resistencia ante la profusión de amabilidad y cordialidad, protegidos en el egoísmo y los aires de superioridad, engreimiento y estupidez. Y, aunque continuamos el viaje con nuestra ansia de acaparar todos los horizontes posibles en nuestra
breve estancia india, Rupak nos dejó una huella imborrable, provocó esa mezcla de sensaciones habituales que nos invaden a quienes adoramos India: la dudainicial, la
contradicción permanente, la emoción y el cariño final.
La
información que tenemos sobre su situación es escasa, sabemos que ha perdido la
memoria de forma permanente tras 16 días en coma, tras un accidente de tráfico
provocado aparentemente por un ataque al corazón y motivado también
aparentemente por la decisión de su pareja de romper la relación que mantenían desde hacía unos años, al sospechar
que Rupak solo buscaba de ella un visado alemán. Cuando él solo buscaba
sencillez.